Esta variante contiene fragmentos de roca extraídos de los flancos escarpados del Cervino.
Como la relojería es hija de la astronomía, la Luna constituye el elemento principal. En la antigüedad, la Luna ayudaba a entender las primeras divisiones del tiempo, así como el paso de las estaciones, y, por tanto, a conocer la manera en la que el tiempo pasa y vuelve a un ritmo regular, concretizando la noción de «ciclos», que siempre ha estructurado nuestra comprensión del tiempo.
La Luna, junto con sus distintas fases (luna nueva, cuarto creciente, luna llena y cuarto menguante), es además un elemento poético de la relojería. Confiere al movimiento mecánico la suavidad de un astro misterioso, el secreto del satélite de nuestro planeta que sigue siendo prácticamente desconocido, a pesar de su relativa proximidad. Su «cara oculta» es aún uno de los misterios más grandes de la exploración espacial.
Cuando Jaquet Droz decidió añadir un mecanismo de fases lunares al Grande Seconde, fue necesario introducir las dos dimensiones (precisión y poesía), velando por la preservación de los códigos estéticos del reloj en torno al célebre «8». La Casa optó por situar la Luna en el corazón del calendario que se aprecia en el segundero grande. De este modo, representaba el vínculo científico entre la fecha y la Luna (dos elementos correlacionados), confiriendo a la esfera una estética original. Con el mecanismo de fases lunares, Jaquet Droz logró desarrollar una esfera de varios niveles, para que el reloj luzca un efecto de profundidad inédito. Para el movimiento, la Casa desarrolló una complicación, llamada «mecanismo 135», que permite superar el error habitual de los módulos de 59 dientes (que acumulan un error de un día cada dos años y ocho meses aproximadamente), garantizando una precisión absoluta durante 122 años consecutivos. La corrección de esta indicación de las fases lunares de tipo astronómica se realiza gracias a un corrector que se anida discretamente en la caja, a las 8.
El Grande Seconde Moon Swiss Serpentinite desciende de este linaje. Actualmente, presenta dos novedosas dimensiones. Para empezar, ofrece la opción de una esfera en serpentinita. Con su aspecto evocador de escamas, esta roca ofrece una sensación particular al tacto, pues se asemeja a la piel de una serpiente. Destaca, además, porque es quebradiza y su talla requiere del talento único de los artesanos que trabajan para Jaquet Droz. Con su talento de minuciosidad inimitable, desarrollan día a día uno de los 8 códigos de la marca: las esferas minerales. En estas esferas, la Casa captura el resplandor natural de las piedras, realzando los tesoros de la Tierra.
Este Grande Seconde Moon Swiss Serpentinite no es una excepción. El reloj ofrece otra dimensión: el carácter suizo de esta serpentinita en particular, puesto que se trata de rocas extraídas de las escarpadas laderas del Cervino, cerca de la cabaña Hörnli. Este mítico albergue ha sido un sitio de encuentro reconocido desde finales del siglo XIX. Allí se encontraban los primeros montañistas que emprendieron el ascenso del Cervino en 1865. Con este reloj Grande Seconde Moon en serpentinita de 43 mm, creado exclusivamente para el mercado suizo, Jaquet Droz pone de manifiesto su apego a su tierra natal, al mítico y majestuoso Cervino, que se ha convertido en un emblema internacional de Suiza, al igual que Jaquet Droz, un nombre que lleva aún más lejos los valores de la Alta Relojería y su filosofía de lo inimitable, y que el Grande Seconde Moon Swiss Serpentinite (numerus clausus 88 piezas) encarna hoy en día a la perfección.
“Some watches tell time, some tell a story”