Petite Heure Minute Red Gold - Humming Bird:
el renacimiento del arte floral en la Alta Relojería
El desarrollo de Jaquet Droz siempre ha seguido una corriente naturalista que ha impregnado su estilo desde sus inicios. Los relojes de bolsillo, las tabaqueras y los autómatas dan testimonio de ello. En la actualidad, todos estos objetos se conservan en el museo privado del taller, en La Chaux-de-Fonds. Jaquet Droz sigue fiel a su estilo y presenta una pieza única que otorga gran protagonismo a la artesanía.
No hay futuro posible si no se conocen los orígenes. Si bien Jaquet Droz está actualmente en boca de todo el mundo gracias a modelos que capturan el enfoque Disruptive Legacy, la casa no se olvida de cuál es su patrimonio estético. Un coleccionista privado ha encargado a sus artesanos la creación de una pieza única que rinda homenaje a este patrimonio.
En este modelo podemos encontrar los elementos propios del universo Jaquet Droz. En primer lugar, la temática naturalista, que se centra en dos pájaros libando flores de hibisco. Esta temática ilustra el interés de los eruditos de la Ilustración por los herbarios y, en general, por la botánica. Además, los pájaros están presentes en el imaginario de Jaquet Droz desde 1738. Han aparecido pintados, dibujados, a menudo animados, en jaulas o en cajas que se han diseñado para hacer las delicias de las cortes y los imperios.
Hoy en día, se pintan a mano en miniatura. Este proceso permite cubrir la decoración vegetal yuxtaponiendo los dos colibríes. Estos emergen literalmente por encima del paisaje. Podrían parecer apliques, pero no lo son: se trata únicamente de un tipo de pintura con un volumen determinado que podría hacerse pasar por un aplique, con un grosor aproximado de una décima de milímetro. Un tipo de artesanía de gran virtuosismo.
Jaquet Droz rinde homenaje a esta cultura vegetal y volátil con una caja de 39 mm de oro rojo de 18 quilates profusamente decorada. Su esfera, también de oro de 18 quilates, está realizada totalmente a mano, hasta el más mínimo detalle, como los granos de polen con motivos en oro. Las flores, las hojas y los pájaros están grabados y pintados a mano en diversos tonos de esmalte. Los colores son vivos y luminosos. La cantidad de matices es infinita y son muy sutiles, a veces se realizan simplemente con el pelo de un pincel. La artesanía se aprecia en la profundidad de los degradados, apreciables pero progresivos: en las flores, del rojo al amarillo del sol; en las alas de los pájaros, con mínimas variaciones de blanco; en el cielo, del azul marino a las 6 h a la claridad cenital del mediodía. Cada uno de estos colores se obtiene tras múltiples horneadas, tal y como exige la tradición del esmalte Grand Feu. Se trata de una tarea de alto riesgo ya que un tiempo de cocción demasiado largo o una temperatura demasiado alta ponen en riesgo de forma irremediable el trabajo realizado hasta ese momento. Si esto ocurriera, habría que rehacer la esfera por completo.
Las características mecánicas tampoco se quedan atrás. A las 12 h, como si se situase en la cima de la Alta Relojería, flota un tourbillon. Cuenta con una jaula y un puente de zafiro translúcido. El tourbillon, que se patentó en 1801, cuando la casa Jaquet Droz ya gozaba de gran prosperidad, ha ido evolucionando con el tiempo y destacando a nivel de cronometría y de autonomía. El del Petite Heure Minute Red Gold - Humming Bird cuenta con un escape de silicio que lo hace insensible al paso de las estaciones. También cuenta con una reserva de marcha de 7 días, una de las autonomías más elevadas para este tipo de complicación. La masa oscilante que garantiza el movimiento de la cuerda, también en oro de 18 quilates, presenta un trabajo de grabado de gran delicadeza y está pintada con los colores de los colibríes.
